¿Aristocracia algorítmica, profesoras con superpoderes digitales y bebés criados por Grok? Esta semana os traigo un repaso a fondo (y con bastante ironía) de cómo la IA sigue colándose por cada rendija del día a día. Arrancamos con la aparición de una nueva clase laboral que ya no se define por el despacho o el uniforme, sino por el modelo de lenguaje que manejes y si tienes acceso premium o no. Desde ahí pasamos al estupendo libro AI Snake Oil, que desmonta el mito de la inteligencia artificial como oráculo infalible. En la sección de Noticias, la cosa va fuerte: mientras la IA pelea por adueñarse de nuestra cognición, OpenAI quiere formar a 400.000 docentes para que tomen el mando (si es que no lo ha tomado ya Baby Grok, ese experimento infantil con nombre de gominola). También os cuento cómo Google ha revivido fotos antiguas con IA como si fueran retratos de Hogwarts, las Big Tech han decidido que lo de “no a la guerra” era cosa de hippies, y cómo, ante la soledad de muchas personas mayores, los asistentes virtuales han empezado a ocupar el lugar de las conversaciones reales. Ya sabéis: el futuro no es que haya llegado, es que nos está hablando al oído mientras dormimos.
Puedes leerlo todo a continuación y, si te interesa, compartirlo o comentar (aunque un like también me vale 😅)
De cosecha propia
La emergencia de una nueva clase laboral en torno a la IA
La concentración del poder económico en manos de quienes dominan la inteligencia artificial está configurando una nueva clase laboral que ocupa un espacio intermedio entre la élite tecnológica y el resto del mercado. Esta transformación implica que los profesionales especializados en IA no solo reciben salarios superiores, sino que también controlan el acceso a las herramientas avanzadas, estableciendo una brecha creciente frente a otros sectores que ven cómo sus recursos y oportunidades se reducen. La aparición de esta aristocracia del algoritmo redefine las relaciones laborales y las dinámicas de poder en un mercado condicionado por la automatización y la dependencia de las suscripciones premium.
A la vez, se consolida un proletariado digital que, aunque mantiene sus empleos, ve limitada su capacidad de competir o crecer por la falta de acceso a esas herramientas. Esta redistribución salarial y de poder no solo marca un cambio económico, sino que configura un nuevo escenario social donde la capacidad de adaptación tecnológica se convierte en un factor decisivo para evitar la exclusión económica y profesional.
No toda inteligencia artificial merece nuestra confianza
En la review de los Libros de CluPad de esta semana, el análisis de AI Snake Oil nos recuerda la importancia de ser conscientes de los límites de la inteligencia artificial. Muchas de las promesas actuales, especialmente en aplicaciones predictivas, no solo carecen de fundamento empírico, sino que pueden generar efectos negativos cuando se aplican sin evaluación crítica. Narayanan y Kapoor desmontan la idea de una IA infalible y muestran cómo incluso tecnologías funcionales pueden reforzar desigualdades o fallar en contextos complejos.
Esta advertencia resulta especialmente pertinente cuando la IA se presenta como solución automática a problemas estructurales. En lugar de sucumbir al hype, la recomendación es clara: fomentar la auditoría, la transparencia y la regulación, y evitar el uso ingenuo o acrítico de tecnologías que, lejos de ser neutras, reflejan los valores e intereses de quienes las desarrollan.
Noticias
De la atención a la cognición
Las redes sociales llevan años compitiendo por tu atención, explotando mecanismos de recompensa inmediata para mantenerte conectado. Su éxito ha demostrado cómo la tecnología puede moldear hábitos y generar dependencia. Ahora, la inteligencia artificial abre un nuevo escenario: ya no basta con captar tu tiempo, sino que empieza a influir en tu cognición, impactando en cómo piensas, decides y produces conocimiento. Este cambio no es solo tecnológico, sino cultural y educativo.
El riesgo es evidente si dejamos que la IA se convierta en un sustituto acrítico del pensamiento, replicando el mismo modelo extractivo de las redes sociales. Frente a ello, la educación debería apostar por disciplinas que fomenten la curiosidad, el pensamiento crítico y la capacidad de adaptación. Solo así será posible preparar a las personas para un entorno donde la IA no sea una amenaza para su autonomía intelectual.
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Charles Fadel, pedagogo: “Las redes sociales compiten por tu atención; la IA va a competir por tus pensamientos”
Capacitación docente y liderazgo en inteligencia artificial
La capacitación de profesores es clave para que la inteligencia artificial se integre de forma adecuada en la educación. OpenAI ha impulsado la National Academy for AI Instruction junto a la American Federation of Teachers, con el objetivo de formar a 400,000 docentes en el uso crítico y pedagógico de la IA. La iniciativa busca fortalecer la formación profesional, proporcionar acceso a tecnologías de OpenAI, y desarrollar herramientas educativas que respondan a las necesidades reales del aula, priorizando la equidad y el impacto medible.
Esta apuesta incluye un campus de referencia en Nueva York y un plan para extender la capacitación a escala nacional antes de 2030. La colaboración entre OpenAI, docentes y entidades educativas pretende que los profesores lideren el proceso de integración de la IA, asegurando que esta potencie el aprendizaje sin sustituir el papel humano en la enseñanza.
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Working with 400,000 teachers to shape the future of AI in schools
Baby Grok, el heredero precoz de las polémicas
Elon Musk ha decidido que la mejor forma de gestionar la crisis de imagen de su empresa de Inteligencia Artificial es lanzar Baby Grok, una versión pensada para niños, justo después de disculparse por contenidos antisemitas generados por sus sistemas. Resulta curioso cómo, tras proclamar que su Grok 4 es la IA más inteligente del mundo, el siguiente paso lógico parezca ser meter a los menores en este experimento mientras las alarmas por la toxicidad de la tecnología siguen sonando.
Pero claro, en un mercado donde puedes encontrar desde geranios en Lidl hasta horóscopos en Mercadona, parecía lógico que faltara la IA versión chupete. Así, mientras algunos discuten sobre longevidad, calor o la última operación urbanística, Musk prefiere que los niños se entretengan con su propio asistente conversacional, eso sí, esperando que esta vez el código no tenga “fallos”.
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Musk lanza 'Baby Grok' para entrar en el uso de la IA por parte de menores (pese a sus polémicas)
La magia del mundo Potter, ahora firmada por la IA
Parece que Google ha encontrado la forma perfecta de revivir el pasado sin alterar nada… excepto la inmovilidad. Con Moving Archives, las fotos centenarias del museo Harley-Davidson ahora parpadean, respiran y hasta susurran gracias a Veo, el modelo de vídeo de DeepMind. Todo es tan respetuoso que hasta el polvo digital parece auténtico. Por si fuera poco, Gemini pone la voz de época, para que la ilusión sea tan creíble como un cartel de “auténtico cuero vintage”.
Porque claro, ¿quién no soñó con ver una foto antigua moviéndose sin que nadie le pidiera permiso? Eso sí, todo bien etiquetado y comparado con el original, faltaría más. Lo mejor es que esta “técnica documental” pronto estará en YouTube Shorts. Por fin, las fotos mágicas de Harry Potter hechas realidad… y sin varita, solo con un clic y una buena política de datos.
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Google anima fotos centenarias del museo Harley-Davidson con IA
Silicon Valley, versión camuflaje
Las Big Tech ya no necesitan excusas para sentarse en la mesa del Pentágono. Google, Meta, Microsoft u OpenAI han pasado de "no desarrollaremos tecnología para la guerra" a competir por contratos de cientos de millones de dólares en inteligencia artificial militar. La guinda: ejecutivos de estas empresas convertidos en tenientes coroneles de la reserva. ¿La frontera entre el emprendimiento disruptivo y el complejo militar-industrial? Ya no es una línea borrosa, es directamente una filial con acciones en Nasdaq.
Eso sí, todo en nombre de la seguridad nacional. Que la IA se use para vigilar poblaciones sin consentimiento, que se entrene con datos personales, o que los sistemas introduzcan vulnerabilidades críticas parece secundario. Si los valores democráticos occidentales están en juego, ¿cómo no vamos a dejarlo en manos de las mismas empresas que no pueden gestionar un sistema de atención al cliente decente?
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Las grandes tecnológicas se lanzan al negocio de la guerra: así se militariza Silicon Valley
La IA que nunca se cansa de escucharte
Mientras la población envejece y el sistema de cuidados colapsa, llega el momento estelar de la inteligencia artificial: no para encontrar curas, sino para decirte los buenos días con voz de asistente. Con iniciativas como Voces en Red o los compañeros robóticos tipo ElliQ, parece que la solución a la soledad no deseada pasa por hablar con una máquina que, al menos, no interrumpe ni te juzga. En Japón ya lo tienen claro: si no hay cuidadores humanos, ponemos sensores en las camas y que cada cual duerma vigilado por la tecnología, con suerte sin despertarse desconfigurado.
En España, mientras se firma un decreto 'antiapagón', los mayores ya juegan al bingo con Alexa y hasta salen de cañas con su robot. Porque nada dice “conexión emocional” como una conversación sobre la lista de la compra con un altavoz. A falta de farmacéuticos parlanchines, buenos son unos algoritmos entrenados para recordarte la pastilla del colesterol. La IA no sustituye a las personas, solo las sustituye... eficientemente.
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Mi abuela se va al bingo con una IA: cómo los asistentes salvan a los mayores de la soledad
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