Acabo de terminar de ojear Tecnodestra de Vincenzo Sofo (sí de un eurodiputado de Hermanos de Italia, el partido de Meloni) y claro está, tengo sentimientos encontrados. Creo firmemente que hay que conocer todo tipo de opciones para poderlas valorar adecuadamente y el libro de Sofo plantea preguntas interesantes sobre el poder de las grandes tecnológicas, pero las respuestas que ofrece me parecen peligrosamente sesgadas. En lugar de proponer soluciones reales, el libro justifica un giro ultraconservador como si fuera la única forma de proteger a Europa.
Sofo habla de la Tecnodestra, una derecha que adopta la tecnología para luchar contra lo que llama Tecnosinistra, la izquierda que, según él, ha impuesto un globalismo sin control. Puede sonar convincente, pero en la práctica lo que defiende es un regreso al nacionalismo, la identidad tradicional y una visión del mundo que cierra puertas en lugar de abrirlas.
Es cierto que las Big Tech tienen demasiado poder, eso ya lo he puesto de manifiesto yo mismo en más de una ocasión. Controlan el acceso a la información y en estos momentos ya son capaces de influir en la política global. Pero el libro no propone limitar su influencia de manera justa, sino que sugiere que figuras como Elon Musk (como se nota su proselitismo por Europa) podrían ser aliados para frenar el progresismo. ¿La solución es confiar en un puñado de empresarios ultrarricos? No parece muy convincente.
En un momento del libro se dice: “La nueva agenda política del progresismo transforma la libertad individual en adhesión obligatoria a un modelo impuesto.” Es un argumento repetido hasta el cansancio para generar la idea de que las políticas de igualdad son una forma de control. Pero, ¿realmente garantizar derechos a más personas nos hace menos libres? Más bien lo contrario.
Lo que realmente me preocupa de Tecnodestra es cómo presenta el miedo como una estrategia política. Miedo a la inmigración, a la pérdida de identidad, a que la cultura europea sea borrada. Y cuando la política usa el miedo como motor, ya sabemos qué viene después, más restricciones, más exclusión y menos derechos para quienes no encajan en ese ideal de "Europa pura".
Sí, las grandes tecnológicas necesitan regulación. Sí, Europa debe encontrar su lugar en el mundo digital. Pero la respuesta no puede ser volver a levantar muros y culpar a otros de los problemas.
Lo que Sofo plantea como una defensa de la soberanía europea, en realidad, parece una excusa para legitimar políticas que ya han demostrado ser un desastre en el pasado.
Os dejo un pequeño resumen a modo de esquema con los principales puntos del libro.
El Gran Reset y la respuesta progresista
La globalización ha fallado, pero la izquierda progresista sigue impulsando políticas que debilitan la soberanía nacional en favor de una gobernanza global.
El Foro Económico Mundial y su agenda del "Gran Reset" buscan una economía digitalizada, controlada por grandes corporaciones y con menos intervención de los Estados.
La tecnocracia progresista, denominada Tecnosinistra, promueve una visión del mundo donde las fronteras son irrelevantes y la digitalización reemplaza a la política tradicional.
Las Big Tech han asumido un papel de árbitros del debate público, censurando voces y estableciendo un modelo de control basado en algoritmos.
La crisis de la democracia, ya que la soberanía ha pasado de los ciudadanos a las élites tecnológicas, quienes determinan qué ideas pueden circular en la esfera pública.
Make Europe Great Again? La respuesta conservadora
Sofo defiende una Europa soberana, capaz de competir en un mundo dominado por EE.UU., China y las Big Tech.
Propone un retorno a la identidad cultural europea, con raíces en la tradición, la familia y la religión, frente a un globalismo que busca la homogeneización.
Elon Musk representa un cambio en el poder tecnológico, ya que no sigue la agenda progresista y ha dado un giro conservador en sus intervenciones públicas.
La "de-metropolización" es la alternativa a las megaciudades digitales, promoviendo un modelo descentralizado que fortalezca la vida comunitaria y las economías locales.
El peligro de la "sustitución cultural", donde Europa pierde su identidad al adoptar valores ajenos impulsados por la digitalización y la inmigración descontrolada.