El contenido on-demand es el futuro
Una nueva era del entretenimiento y del autoaprendizaje
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Una de las cosas que más me fascinan de la IA es que puede ayudar a generar cualquier tipo de texto y a recrear cualquier tipo de situación. Es algo muy útil tanto en lo profesional como en lo personal. No solo para generar todo tipo de documentación, sino también para satisfacer la curiosidad.
El otro día explorando el fin de los Austrias en España llegué al siglo de Oro, y acordándome del instituto, imaginé una conversación sobre inteligencia artificial entre Luis de Góngora (culteranismo) y Francisco de Quevedo (conceptismo). Así, Góngora, con su estilo adornado y poético, vería la IA como un arte emergente, mientras que Quevedo, con su agudeza y sarcasmo, la consideraría una imitación sin alma.
Pero como mi conocimiento sobre literatura es limitado y quise poner negro sobre blanco a mi imaginación, nada más que pedírselo a GPT.
Máquinas sin alma y versos sin musa: disputa entre Góngora y Quevedo
Luis de Góngora: ¡Oh, soberana alquimia de la razón y el arte, excelsa fábrica de silogismos enredados en hilos de oro eléctrico! ¿Qué aurora ha nacido en este siglo futuro, que osan llamar inteligencia, cuando ni alma tiene, ni musa la inspira?
Francisco de Quevedo: Decís bien, don Luis, pues si de inteligencia se trata, la tal es tan artificial como dama en corte, más llena de afeites que de sustancia. Un artilugio sin alma que copia sin pensar, cuál papagayo docto pero necio.
Góngora: Más decidme, caballero, ¿acaso no es la pluma, hija de la mano, y la mente madre del ingenio? ¿No forjamos también las letras con artificio? Si al papel entregamos nuestro juicio, ¿por qué negarle al bronce parlante su derecho a discurrir?
Quevedo: ¡Ja! Que bien argumentáis, más mal razonáis. Decidme, poeta de luces y sombras, si la inteligencia se mide por la copia, ¿será el espejo sabio por reflejar el rostro del filósofo? La máquina no crea, sino que repite, cuál cortesano que adula sin pensar.
Góngora: Ah, pero no os engañéis, que lo que hoy es mímica mañana será musa. Si el orbe calla, habrán de hablar las máquinas, si la pluma descansa, habrán de escribir los autómatas. ¿No es cierto que los versos de Homero hallaron su voz en muchas lenguas sin perder su divino resplandor?
Quevedo: ¡Cuidado, don Luis, que comparáis al poeta ciego con un ciego de entendimiento! Homero forjó la épica, más este nuevo titán de cables solo amasa palabras sin alma. ¡Si el artificio suplantase al arte, entonces bien podríamos vestir estatuas y llamarlas reyes!
Góngora: No neguéis el prodigio, que si hoy murmura, mañana resonará en truenos. La inteligencia, aunque artificial, es un río aún joven que desbordará su cauce. No despreciéis lo nuevo, pues el tiempo es padre de la maravilla.
Quevedo: Pues que el tiempo sea juez, y no el bufón de la novedad. Yo os digo, don Luis, que la pluma de un hombre, aunque torpe, vale más que mil cálculos de un autómata sin alma. Más si el arte sucumbe al artificio, ¡Dios nos coja confesados!
Contenido generado por IA on-demand
Lo que quiero decir es que la IA está abriendo la puerta a un nuevo modelo de generación de contenido, donde el ocio y el autoaprendizaje se fusionan en experiencias personalizadas y accesibles al instante. La capacidad de crear contenido on-demand, ya sea en forma de textos, imágenes, audios o vídeos, está transformando la manera en que consumimos entretenimiento y nos formamos de manera autodidacta.
En este contexto, plataformas emergentes están desarrollando modelos capaces de transformar simples indicaciones textuales en experiencias multimedia completas.
Herramientas como ChatGPT, DALL-E 3 o RunwayML permiten generar narrativas, ilustraciones y vídeos adaptados a los gustos individuales del usuario. Este enfoque no solo potencia el ocio personal, sino que también facilita el acceso a recursos educativos y formativos, permitiendo a los usuarios aprender a su propio ritmo mientras disfrutan de contenidos interactivos y atractivos.
Algunos ejemplos concretos que empezamos a conocer pueden ser “AI DJ” en Spotify, que actúa como un locutor personalizado seleccionando y comentando canciones basándose en los hábitos de escucha del usuario. En el ámbito audiovisual, plataformas como Netflix han experimentado con contenidos interactivos potenciados por IA, como Bandersnatch de Black Mirror, permitiendo a los espectadores influir en la narrativa. Además, empresas como Warner Bros. han integrado herramientas como Cinelytics, un sistema de machine learning que analiza datos para predecir el éxito de proyectos cinematográficos y optimizar estrategias de estreno. En la música, aplicaciones como Endel, pionera en la generación de paisajes sonoros personalizados, han firmado acuerdos con grandes sellos discográficos como Warner Music, explorando la comercialización de contenido auditivo generado por IA. En cuanto a la producción audiovisual, estudios como Disney están empleando inteligencia artificial para la recreación de actores digitales, como la voz sintetizada de Darth Vader en la serie Obi-Wan Kenobi, basada en grabaciones antiguas del actor original. Estos avances reflejan cómo la IA está transformando la creación y personalización de contenido en diversas industrias culturales.
Creo que el futuro de la IA en este ámbito es prometedor. Se intuyen desarrollos que podrían integrar capacidades de generación de contenido en tiempo real en plataformas de streaming y redes sociales. Imagina poder solicitar a tu servicio de vídeo favorito, como Netflix o YouTube, que adapte su programación según tus intereses personales o que genere series interactivas que respondan a tus elecciones durante la visualización. Del mismo modo, en plataformas de música como Spotify, la IA podría crear listas de reproducción o incluso piezas musicales personalizadas que se ajusten a tu estado de ánimo o a tus preferencias de aprendizaje auditivo.
Asimismo, el autoaprendizaje se beneficiará enormemente con la integración de contenidos on-demand. Los usuarios podrán recibir cursos y tutoriales personalizados, generados al instante en función de sus consultas y necesidades, a través de aplicaciones que combinen texto, audio y vídeo. Estas soluciones no solo optimizarán la curva de aprendizaje, sino que también fomentarán una educación continua, permitiendo a cada persona desarrollar nuevas habilidades de manera autónoma.
Sin embargo, será necesario observar cómo se redefine el rol del creador humano y hasta qué punto los algoritmos asumirán la generación de contenido, ya que su función en la edición, selección y personalización ya es central. En sectores como la literatura y el periodismo, herramientas de IA han sido empleadas para redacción automatizada de noticias (como el bot Heliograf de The Washington Post) y para la generación masiva de libros, lo que ha llevado a plataformas como Amazon Kindle Direct Publishing a imponer límites en la autopublicación debido a la proliferación de títulos creados con IA. En la industria audiovisual, la integración de modelos predictivos como Cinelytics en estudios como Warner Bros. sugiere que la toma de decisiones sobre qué proyectos producir está cada vez más influenciada por algoritmos. En la música, el auge de la composición generativa con herramientas como AIVA o Endel, así como la polémica en torno a deepfakes vocales (como el caso de la canción viral de Drake y The Weeknd creada con IA), plantean preguntas sobre propiedad intelectual y derechos de autor. Es innegable que, gradualmente, el modelo de negocio de la industria cultural experimentará cambios profundos, desde la monetización del contenido hasta la legitimación del arte generado por máquinas.
Si queréis profundizar sobre el tema, he preparado un informe sobre el “Impacto de la Inteligencia Artificial en la industria cultural y el contenido bajo demanda”
En resumen, el contenido generado por IA on-demand se perfila como una herramienta esencial para el ocio y el autoaprendizaje del futuro. Su capacidad para personalizar y adaptar el contenido en tiempo real cambiará radicalmente la forma en que consumimos entretenimiento y accedemos a la educación, con un impacto significativo en plataformas líderes como Netflix, YouTube y Spotify.
Dos noticias recientes
Las incluyo a última hora, ya que son muy recientes y pienso que os pueden resultar de interés por su relación con el contenido.
La primera relacionada con los cambios que producen los contenidos generados por IA en la industria cultural. Un grupo de 1,000 músicos, incluyendo figuras como Kate Bush e Imogen Heap, ha lanzado un álbum en silencio titulado 'Is This What We Want?' para protestar por los cambios propuestos en el copyright que permitirían que los desarrolladores de AI utilicen el trabajo de los artistas sin su permiso a menos que opten por excluirse.
La segunda tiene que ver con los cambios que se están produciendo respecto de los contenidos autogenerados por IA. En este caso es ElevenLabs ha lanzado una plataforma que permite a los autores crear y publicar audiolibros generados por inteligencia artificial. Esto se enmarca dentro de una estrategia para competir con Audible proporcionando mejores tasas de regalías y un mercado dedicado para creadores independientes. Actualmente, está disponible para autores en EE. UU. que ofrecen títulos en inglés, con la intención de expandir a otros idiomas. (TechCrunch)
CuentoVivo
De momento, si queréis probar algo de contenido on-demand, he puesto en marcha CuentoVivo, es un CustomGPT especializado en la creación de historias interactivas, en la línea de los clásicos libros de "Elige tu propia aventura". Permite definir el género, el ambiente y la dirección narrativa, adaptándose en cada bloque a las indicaciones del usuario para ofrecer una experiencia única y personalizada.
¡Prueba y me cuentas!
Parto de la premisa de que "Cualquier herramienta para entender mejor el mundo se puede utilizar para el bien y para el mal", entendiendo "herramienta" en el sentido más amplio del término y que incluiría desde religiones, pasando por la energía nuclear, edición genética, etc. Y ahora IA.
Todo es susceptible de ser usado en ese doble uso y en consecuencia no se puede bajar la guardia.
La inteligencia artificial es una inteligencia delegada y los humanos nos estamos haciendo pequeños.
Ya no se trata de aumentar y ampliar las capacidades humanas. Estamos en el, que lo decidan ellas, las máquinas, que nosotros los humanos siempre acabamos provocando problemas.
La IA puede aprender y corregirse a sí misma acumulando datos. Autoeducación, autocorrección. Pero no puede examinarse a sí misma ni someterse a juicio equitativo. Porque es aproblemática, es acrítica.
Humanos estúpidos en un mundo inteligente: es la utopía perfecta.