Revenge: La historia de la vuelta al poder de Trump
Cuando la venganza se convierte en estrategia
Ya sabéis que uno de mis temas recurrentes es la comunicación política y hoy quiero hablaros de "Revenge", de Alex Isenstadt. No es un libro (bueno, sí que lo es), es una radiografía de cómo se reconstruye un líder caído, una clase de storytelling. Y aunque no comparto las tácticas de Trump, he tomado unas cuantas notas.
Os confieso algo, me puse a leerlo por morbo. Quería entender cómo un tipo que en 2020 parecía políticamente muerto, con juicios, traiciones y memes de hamburguesas volando sobre su cabeza, ha logrado volver. Pero Isenstadt no se queda en lo fácil. Teje una historia que mezcla venganza shakespeariana, reality show y manual de Sun Tzu adaptado a la era de TikTok.
"No quería ganar. Quería castigar"
El libro arranca con una frase que deja las cosas claras desde el princpio:
"Con su victoria arrolladora, Trump obtuvo venganza: contra el sistema legal que decía estar en su contra, contra los medios que lo atacaron, y contra el Partido Demócrata, que lo había vencido cuatro años antes".
Isenstadt muestra cómo Trump convirtió su resentimiento en el impulso que le hacía falta. Cada demanda, cada titular hostil, cada antiguo aliado que lo traicionaba (Pence, Haley, Pompeo) no eran obstáculos, eran combustible.
El autor lo compara con un personaje de Tarantino:
"Quería saber sobre los diez republicanos de la Cámara que votaron para su destitución —cada uno de los cuales ahora estaba muerto para él".
No se trata solo de ganar elecciones, sino de borrar del mapa a quien osó dudar. Es la política como ajuste de cuentas, donde las primarias republicanas parecen más Los juegos del hambre que democracia.
En un mundo hiperconectado donde el victimismo vende más que los logros, Trump entendió algo clave, la gente no se moviliza por propuestas. Se moviliza por emociones viscerales. Y nada une más que un enemigo común.
La foto policial que valió más que mil discursos
Uno de los pasajes más surrealistas del libro es cuando Isenstadt narra cómo el equipo de Trump transformó su foto policial de Atlanta en merchandising. La foto del preso número P01135809 se convirtió en camisetas con el lema “LEGEND”, en tazas, en banderas. Hasta los intentos de asesinato contra él fueron comercializados como símbolos de resistencia.
“Su calvario, lejos de ser una debilidad política, se convirtió en una fortaleza. Sus seguidores se identificaban con él; lo veían como un guerrero contra el sistema".
Y aquí está la genialidad desde mi punto de vista, Trump no niega los escándalos. Los abraza, los exagera, los convierte en identidad. Es el político que se convierte en mártir popular, donde cada acusación judicial es un empujón más en su carrera que le pone ruedas en lugar impedimentos.
Tucker Carlson, Hulk Hogan y los "Nelk Boys"
Parece que no, pero en el capítulo donde Isenstadt detalla cómo Trump dejó de mendigar espacios en Fox News o CNN da toda una lección de compol. Pasó de ahí a crear su propio ecosistema con:
Streamers como Adin Ross (un youtuber de 23 años que hace transmisiones desde su cuarto lleno de luces LED)
Podcasters como Joe Rogan (con quien Trump grabó un episodio entre bromas sobre aliens y proteínas en polvo)
Celebridades como Hulk Hogan (sí, el luchador retirado, convertido en vocero no oficial para el voto obrero)
"En lugar de centrar su campaña en medios tradicionales, Trump se sentó con streamers y podcasters que lo veían como un alma afín".
Isenstadt lo llama el "post-media ecosystem", un mundo donde un meme de Trump con lentes de sol editados sobre su foto policial genera más engagement que un discurso de hora y media en la Casa Blanca.
Si lo lees con atención, esto no es solo sobre política. Es un manual para cualquiera que quiera construir una marca hoy. Si tu mensaje no cabe en un TikTok, en una frase de podcast o en una foto para Instagram... estás muerto.
Susie Wiles y Chris LaCivita
El libro muestra que detrás del aparente caos de Trump, hubo una máquina electoral tan disciplinada como la de Obama en 2008. Los responsables fueron Susie Wiles, una estratega de Florida que "suavizaba algunos bordes ásperos de Trump y podía decirle las cosas directamente sin que él sintiera que lo controlaban", y Chris LaCivita, un operativo que era "implacable con la prensa, moldeando historias, defendiendo al jefe y lanzando basura contra los rivales de Trump".
Isenstadt los compara con los "political bosses" de los años 50, que manejaban el poder con puño de hierro y talonario abierto. Pero con un giro moderno, en vez de comprar votos, compraban algoritmos.
Ojo al dato —> LaCivita creó un war room digital donde monitoreaban 24/7 a influencers pequeños (hasta de 5k seguidores) que apoyaban a Trump. Les enviaban kits de contenido, guiones para videos, hasta memes listos para compartir. ¿El resultado? Una red de microvoces que hacían sentir a los votantes que "el movimiento" era orgánico.
Barberías, bodegas y fraternidades
Una de las claves de la vuelta de Trump a la Casa Blanca es cómo Trump ganó terreno en grupos que antes huían del GOP:
+9% en jóvenes de 18-24 años (¿Gracias a TikTok y a promesas de "acabar con lo woke" en los videojuegos?)
+18% en votantes hispanos (Con mensajes anti-socialismo y memes en Spanglish)
+8% en hombres afroamericanos (Ahí entra Hulk Hogan y su campaña en gimnasios de barrio)
"Lo acogieron en sus barberías, sus bodegas, sus fraternidades universitarias".
Isenstadt argumenta que Trump dejó de ser un político para convertirse en un ícono contracultural, se convierte en el abuelo que te deja tomar cerveza en el sótano mientras tus padres progres te regañan por no reciclar.
"DeSantis parecía el Godzilla que podría derribar al King Kong"
Uno de los capítulos más interesantes es el que narra cómo Trump aplastó a DeSantis. Mientras el gobernador de Florida intentaba ser "Trump, pero con PhD", el equipo del magnate lo despedazó con tácticas de colegio:
Le pusieron el apodo "DeSanctimonious" (algo así como "DeSanturron")
Circularon memes de él usando tacones para parecer más alto
Filtraron que en privado llamaba a Trump "el viejo loco"
La gota que colmó el vaso es cuando DeSantis anunció su candidatura en Twitter Spaces... y el servidor se cayó (Vete tú a saber si Elon Musk no tenía las cosas claras). El libro cuenta que Trump vio lo que ocurría en vivo y gritó: "¡Este tipo no puede ni tuitear! ¿Cómo va a gobernar?"
¿Por qué deberías leerlo aunque odies a Trump?
Si te dedicas a comunicación: Es un estudio de caso sobre cómo reinventar una marca en crisis.
Si te interesa la política: Muestra el ocaso de los medios tradicionales y el auge de las tribus digitales.
Si eres fan de los dramas humanos: Tiene más traiciones, egos y frases célebres que Succession.
Sí, a veces Isenstadt se pierde en detalles de campaña. Pero, en general, logra algo raro, hacer que un libro sobre elecciones se lea como un thriller.
En la era del caos narrativo, la claridad de mensaje gana. Aunque ese mensaje sea "¡Todos están en mi contra, y por eso debo ganar!".
¿Está disponible en español?